Frente a los recientes derrames ocurridos en las distribuidoras de agua potable en Mendoza, es muy útil leer la siguiente nota, sobre la importancia del agua en nosotros.
La campaña del Día Mundial del Agua en 2010 está siendo organizada por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), en nombre de ONU-Agua, en colaboración con la FAO, el PNUD, la CEPE, Unicef, Unesco, ONU-Hábitat, la OMS y el Programa para el Decenio del Agua sobre promoción de intereses y comunicación de las Naciones Unidas, así como con otras organizaciones asociadas, tales como la Asociación Internacional del Agua, el Fondo Mundial para la Naturaleza y el Consejo Mundial del Agua.
La Directora General de la Unesco, Irina Bokova, hace referencia, en su declaración por el Día Mundial del Agua (el 22 de marzo) a datos que, por sí solos, muestran la magnitud del problema, en detrimento de la subsistencia de vida en el planeta.
Expresa en un párrafo: "Más de 2.500 millones de seres humanos carecen hoy de sistemas sanitarios adecuados. Se calcula que 884 millones de personas, la mayoría de ellas africanas, no tienen acceso al agua potable. Alrededor de 1,5 millón de niños menores de cinco años mueren anualmente a causa de enfermedades transmitidas por el agua".
Dependiendo de las características propias de cada región geográfica, las causales de inaccesibilidad al agua potable son diversas. No obstante hay indicadores comunes y, entre ellos, el de la "calidad del agua".
¿Qué ha pasado para que los "proveedores naturales" del líquido elemento durante siglos ya no son confiables? ¿Qué ha sucedido a los ríos, arroyos, lagos y napas freáticas de aguas puras y potables?
La respuesta es simple y directa: fueron atacados por la contaminación. Desde décadas una gran mayoría de empresas derraman y/o vuelcan elementos residuales de su producción, haciendo caso omiso a las normativas de las leyes vigentes.
A esta realidad se suma la falta de un control estricto de parte de quienes están obligados a exigir y/o penar, que son en escala descendente los gobiernos de turno: tanto nacional, provincial como municipal.
La calidad del agua es un parámetro que incide sobre la estructura de los ecosistemas, repercutiendo en nuestro bienestar como habitantes miembros de una comunidad.
¿Cómo nos afecta? Deteriorando en general: nuestra salud, la producción agricologanadera (alimentación), la estabilidad de los ecosistemas y la biodiversidad. La calidad del agua también incide sobre los niveles de pobreza, riqueza y educación.
Puntualmente, su calidad se la puede definir por su uso final deseado, teniendo en cuenta el objetivo de su utilización o consumo. En general podemos identificar dos grupos según el uso: el primero (requiere altos niveles de pureza) el agua para beber, para el hábitat de organismos acuáticos, para la pesca y la recreación; el segundo (menores niveles de pureza) para regadío, para la producción de energía hidroeléctrica entre otras.
En base a lo expresado precedentemente la calidad del agua en forma amplia se la puede definir como: "las "características físicas, químicas y biológicas del agua necesaria para sostener los usos deseados" (CEPE, 1995).
Ante el deterioro sostenido del medio ambiente del cual el llamado "oro blanco" (agua) es uno de sus componentes fundamentales, se plantean varios signos de interrogación sobre el presente y el mediano plazo. Cabe hacernos preguntas cuyas respuestas nos mostrarán el cuadro de situación que vivimos, como usuarios y contaminadores simultáneamente.
¿Cuál es hoy el grado de calidad del agua en nuestro planeta? Sin duda que no cumple con los estándares mínimos, producto de las intervenciones humanas. Entre los principales indicadores del deterioro está el aumento de la población mundial, que conlleva la rápida extensión de asentamientos sin una planificación integral.
El vertido de nuevos patógenos y productos químicos de las industrias y las especies invasoras, son factores fundamentales que contribuyen al deterioro de la calidad del agua. La injerencia del cambio climático seguirá afectando dicha calidad.
La urbanización y la producción industrial ¿cómo afectan a la calidad del agua? La planificación tanto urbana como suburbana en forma simple significa estructurar, mediante infraestructuras de servicios (agua, electricidad, gas y cloacas) y comunicación (trama vial), superficies de suelo para usos determinados.
Hoy en día, las estructuras urbanas (caso Gran Mendoza) en su conjunto han colapsado. Sus infraestructuras de servicio en un gran porcentaje están obsoletas. La densidad de habitantes por hectárea en los últimos 30 a 40 años ha aumentado en grado superlativo.
Vale como ejemplo la manzana tradicional (100 m x 100 m = 1 hectárea) fraccionada en lotes y construcciones en uno y dos niveles, ha modificado su perfil apareciendo construcciones edilicias en altura, entre 7 a 12 y más pisos.
En principio las redes de servicios originales deben abastecer la nueva demanda de consumo; aparece como menos problemática reforzar la eléctrica, más compleja el gas y totalmente comprometida la de agua (escasez y falta de presión).
He aquí donde se produce el aumento del deterioro de la calidad del agua, cuando la infraestructura (lógicamente existente) provincial y o municipal e industrial para el tratamiento y saneamiento del agua, trabaja con sobrecarga (en muchos casos además de ser obsoletas o de capacidad limitada).
Las aguas residuales y los desechos (de edificios como de industrias) afectan directamente al medio ambiente, ante la falta de un tratamiento adecuado de los mismos (siendo un problema a escala mundial).
La producción agricologanadera e industrial plantea nuevos problemas de contaminación, siendo un reto para los recursos hídricos del planeta.
¿La calidad del agua afecta la salud humana? Una calidad de agua suficiente es fundamental para asegurar un medio ambiente sano y, por ende, la salud humana.
Básicamente una persona requiere por día de 20 a 40 litros de agua, libre de contaminantes nocivos y de patógenos; que usará para beber y para el saneamiento, que aumenta a 50 litros considerando la necesidad de cocinar y de asearse.
Los llamados países en desarrollo o emergentes experimentan un rápido aumento de urbanizaciones, careciendo éstas, en su gran mayoría, de instalaciones suficientes para el tratamiento de aguas residuales, provocando la contaminación del agua potable. Esta situación es causal de enfermedades y de muerte, afectando principalmente a los niveles de pobreza y repercutiendo también en la educación.
La imposibilidad de acceder a un agua apta para el consumo humano provoca anualmente 4.000 millones de casos de diarrea (además de millones de otros casos de enfermedades) según la OMS. Por año 1,7 millón de personas mueren a causa de diarrea; la mayoría son niños menores de 5 años. La salud humana está gravemente afectada por enfermedades relacionadas con el agua, infecciones transmitidas por vectores que viven en ella y contaminantes químicos vertidos.
Reflexión final: actualmente 1.100 millones de personas en el mundo siguen careciendo de un abastecimiento mejorado de agua. Además, cerca de 2.600 millones están imposibilitados de contar con unas instalaciones mejoradas de saneamiento. El ser humano es responsable del daño y debe tomar conciencia de que está en juego la vida en este planeta. Dentro de ella, la nuestra. Por Roberto Mario Romano - Arquitecto. Docente Fac. Ingeniería UNCuyo
http://www.losandes.com.ar/
No hay comentarios:
Publicar un comentario